Submundos del Jazz

Los blogs, los viajes, la buena comida, la fotografía, como es evidente; pero también la Historia, el fútbol y el jazz. Son el elenco de variopintas aficiones a las que no puedo dedicar ni la décima parte del tiempo que querría (de hecho, han sido diez días sin publicar ni un solo post en este blog). Por eso, si tengo oportunidad, me desquito: irremediablemente, cuando me escapo a visitar ciudades extranjeras, al menos una noche la dedico a descender a esos angostos y oscuros sótanos que conforman los submundos del Jazz.

Porque un local de jazz que se precie tiene que estar en un sótano. Como la catedral del jazz neoyorquino, el Village Vanguard [7th Ave con 11th St, Greenwich Village]. El rótulo de neón y la puerta de madera, las estrechas y largas escaleras, el gorila de la entrada a la sala, las paredes pintadas de negro, el techo pintado de negro, las fotos en blanco y negro de los monstruos que allí han sido o estado [la lista es interminable, desde que Sonny Rollins grabara el primero de los más de cien discos editados en directo en el Vanguard: Thelonious Monk, Miles Davis, Bill Evans, Joe Henderson, John Coltrane, Dexter Gordon...], las sillas y mesas apelotonadas en torno al altar del escenario, el ambiente. Los magos negros que nos deleitaron con hora y media de be-bop absolutamente vibrante. El Village Vanguard.

En París visitamos otro submundo mítico: el Caveau de la Huchette, ya con 60 años a sus espaldas [rue de la Huchette, a unos metros de Notre Dame, en la rive gauche, arrancando ya el barrio latino]. Pero, como casi siempre, lo improvisado, supera a lo programado: callejeando por la Ille St Louis dimos con el Franc Pinot [un vistazo la galería de fotos de eventos será mucho más útil que mis palabras para hacerse una idea del local: esa noche fue uno de los momentos en que más me he arrepentido de no tener siempre la cámara conmigo]. Esta vez eran músicos blancos, más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, tocando un magnífico swing para apenas dos docenas de privilegiados, sentados rozando el escenario. Entre tema y tema, el suave francés de las conversaciones entre músicos y público, como reflexionando acerca de qué pieza contribuiría mejor a mantener la atmósfera. En todo momento, la sensación mágica de tener el Sena fluyendo por encima de tu cabeza.

Veamos, pues, qué nos depara Londres al respecto.

Y, en lo doméstico, en lo habitual, no olvidemos los humildes submundos del jazz coruñés. El Vanguard herculino, el Jazz Filloa [ver en Tagzania]. También tiene su solera (son ya 27 años), también es un sótano oscuro y angosto (no en vano se sitúa en la Rúa Ciega), y también tiene su galería de fotos. O el Jazz Vides [C/Pérez Cepeda, ver en Tagzania], pintoresca evolución de la Adega As Vides tras la llegada del trompetista argentino Guillermo Lancelotti, que ha dinamizado el jazz coruñés con su Mr Dixie Jazz Band.

[Han acompañado la escritura de este post Dave Brubeck y Paul Desmond, con sus Duets de 1975]

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