Los lectores opinan: una experiencia decepcionante en Arola Gastro

Recojo una nueva aportación de los lectores. En esta ocasión, Manuel Rodríguez nos cuenta una experiencia poco positiva en Sergi Arola Gastro. Con su relato os quedáis.

El pasado viernes, aprovechando una visita a Madrid, buscamos una cena en algún restaurante interesante y, tras analizar varias alternativas, nos decantamos por Sergi Arola Gastro. Llamada el mismo viernes y conseguimos mesa.

Sobre las 22:30 llegamos al local, situado en Zurbano nº31, entorno tranquilo y un local muy bien decorado. El restaurante es alargado, con las mesas bastante próximas y con un poco de sensación de túnel. Tiene dos alturas: en la superior está el restaurante y en la inferior la zona donde uno se puede dar a la bebida.

Nos reciben dos veces, una en la calle, dónde el portero sale a nuestro encuentro nada más bajar del taxi, y ya una vez dentro una chica joven, elegante que presumo que era la jefa de sala. Tras sentarnos, nos traen las cartas y podemos ver que existen tres opciones de menú degustación, en función del nº de platos. Nos quedamos con la intermedia, menú Sergi, que consta de cinco entrantes, dos principales y dos postres. Es posible que cada comensal combine sus entrantes y principales con lo que hay en la carta del menú largo. Esta opción sí que me pareció de agradecer, ya que no es necesario realizar la misma elección a mesa completa.

En cuanto a la carta de vinos, es amplia como cabe esperar en un sitio como éste, pero tiene la particularidad de que tiene un montón de vinos normales, a los que para hacerlos especiales se les multiplica su precio por entre 2,5 y 3 veces. Nuestra elección en vinos se centra en un vino blanco gallego para hacer patria, San Clodio, que no habíamos probado antes. Con el tinto nuestra elección fue un Pago de Carraovejas crianza.

Arrancamos el menú con los snacks, que en comparación con lo que te puede servir Solla o Marcelo, se queda lejos, lejos, lejos. Unos chips muy crujientes, unas mini tostas que parecían calentadas en microondas, unos buñuelos que pretendían reinterpretar las patatas bravas sin mucha fortuna, y unas excelentes aceitunas, que sí que hay que decir que eran exquisitas. Lo mejor del arranque sin ninguna duda.

Tras los snacks, acude la jefa de sala a preguntar por el punto al que vamos a querer los pescados y carnes. Punto Arola, o un Punto algo más pasado. Nos preguntan a todos, y se lo llevan bien apuntado. Todo un detalle propio de estrella Michelín.

Arrancamos el menú con los entrantes.

Cigalitas, Cornete relleno de tartar de cigalitas y boletus. Plato muy correcto, un equilibrio de sabores y unas texturas muy conseguidas. El plato no sorprende para nada, pero está rico.

Ensalada, Judias verdes de Kenia con nueces frescas y melocotón. El toque de las judias pequeñas y súper verdes, hechas al vapor, es exótico, pero no es nada equilibrado. No tiene buen sabor, las judías saben a judía verde casi cruda, pero no consiguen llevarse bien con las nueces y el melocotón. Atrevido, pero no demasiado afortunado.

Las Ostras, en Mousse, con velo "perlado", algas frescas y burbujas de champagne. Mucho sabor a mar y a ostra, sorprendente la preparación co el efecto perlado, aunque recuerda mucho al plato de ostra que tiene en su menú Subijana.

Las sardinas, en Tartar, helado de tomate especiado y agua de mar. Exquisito, sin ninguna duda lo mejor de toda la cena. El sabor de la sardina estaba inmejorable, el contraste en boca con el tomate lo hacen el campeón de la noche.

Verdina, guisada con erizos de mar y emulsión de sidra. Buen plato, sabor asturiano a tope. La legumbre con el toque que le dan los erizos y sobre todo la acidez de la emulsión de sidra hacen de este un plato muy conseguido, aunque no sorprendente.

Tras esta experiencia con los primeros, llegan los segundos para los que teníamos la esperanza de que el nivel subiese y mucho.

Salmonete, Cocido a baja temperatura, pepino, láminas de champiñones, laca de algas y cremoso de hinojo. Absolutamente lamentable. Salmonete totalmente fuera de punto e insípido, pese a que el acompañamiento ayudaba.

Venado, con manzanas y castañas caramelizadas, mantequilla a las seis especias. Otra decepción. La carne estaba aceptable sin más, la mantequilla a las seis especias ni se intuía. Una vez más lo del "punto Arola" o punto normal vuelve a ser una pregunta sin sentido, ya que los tres platos están al mismo punto.

Llegados a este punto, no esperábamos ya que se pudiese levantar el nivel para hacer conseguir una nota de aprobado justo, y efectivamente así fue.

Mojito, esfera de mouse de lima con perla de ron y granizado de hierbabuena. Pastel de avellanas, acompañado de un mosaico de peras y helado de jengibre. Nada digno de mención, para mi gusto mejor el segundo que el primero pero en ningún caso sorprendente.

En resumen, una experiencia que se fue a los seiscientos euros para tres personas y que no ha llegado al nivel mínimo que se le exige a un sitio cómo este.

El propio local y los platos más justitos podrían ser los puntos flojos en una velada. Pero los incidentes del punto del salmonete y las carnes, así como una agria discusión con el sumiller - quien opinó que "los vinos gallegos son malos todos" - y las carnes, hacen que salgas con una sensación de tomadura de pelo considerable. Quiero pensar que en otras ocasiones no se presentan estos incidentes, y que la velada transcurre dentro de lo que más o menos se espera.

Conclusión, en Galicia tenemos mucho nivel y mucha suerte por poder disfrutar de lo que podemos disfrutar, y de lo que desde tu blog nos enseñas puntualmente.

Comentarios

  1. Vale Manuel, tu experiencia viene a corroborar lo que ya había leido en alguna ocasión. Con lo cual me quedo con la agradable sensación de vivir en una tierra fértil en calidad y no tanto en abusos. Creo que en esto de las expediciones gastronómicas, debemos aguardar de todo. Incluso que surja la "magia", que por 200 Aurelios bien podría.

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  2. Yo estuve en su bar, que tenía con Torreblanca en Madrid y me pareció uno de los peores sitios en los que he estado, tomé un café y venía sucia la taza, pedí que la cambiarán y me trajeron una que estaba rota, los camareros casi no hablaban bien castellano, una auténtica basura, que ya ha cerrado.

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