La Gran Catanza

Reunión de un grupo de amigos para compartir grandes vinos, vinos que de otra manera – por su precio y su escasez – difícilmente vas a tener oportunidad de probar. Si la RAE tuviera que dar una definición de “Gran Catanza” no creo que se alejara demasiado de la anterior. La primera – y espero que no última – edición tuvo lugar la semana pasada en un marco difícilmente más apropiado: A Viña de Xabi.

He aquí, salvo error u omisión, el cartel al que nos enfrentamos; ocho toros, ocho, de las más selectas ganaderías españolas, francesas y alemanas:

  • La Bota de Manzanilla pasada (Nº 10)
  • Champagne André Clouet 1911
  • La Coulée de Serrant 2004, blanco del Loira de cultivo biodinámico y ecológico
  • Dr Burklin-Wolf Pechstein 2001, no podía faltar un Riesling
  • Domaine Morey Coffinet 2006, un chardonnay de Montrachet, dicen que la mejor zona de Borgoña
  • Llegan los tintos con El Nido 2006, un Jumilla de cabernet y monastrell
  • El mítico Vega Sicilia Único 1999
  • Y para rematar, un dulce, Ordóñez nº4 Esencia 

Desde luego, no soy yo el más apropiada para entrar a describir cada uno de los vinos. El Viticólogo, Capítulo 0 y Laconada se encargan de ello. Pero sí para ofrecer la mirada, las sensaciones que perduran en el curioso neófito que quiere aprender de este apasionante mundo.

Persiste aún la sensación de perfección del champagne. Elegancia pura creada a lo largo de quince años, con una burbuja al tiempo imperceptible y presentísima. Como curiosidad, el 1911 del nombre indica el número de botellas que se elaboraron, de las cuales tomamos la 357, como indicaba, escrito a mano, el folleto que acompañaba la botella.

Perfección también la del Vega Sicilia. De nuevo elegancia y clase. Dice el viticólogo que es un vino para beber: no se me ocurre valoración más simple y certera.

Intensidad sería la palabra para el excepcional Ordóñez nº4 Esencia. No; esencia, mejor. Un bautizo perfecto para un puro néctar – parecía aceite en su caer hacia la copa – de moscatel de Alejandría. Sólo cuatro grados de tanto azúcar. Media copa la cantidad ideal.

Para el gallego acostumbradísimo a treixaduras, albariños y godellos, salir a descubrir otros blancos siempre es enriquecedor. Aún tengo en la memoria aquel chardonnay borgoñón que tomamos en Casa Gerardo, ampliamente superado por este Montrachet de la catanza, untuoso y dorado. Dorados los tres magníficos blancos que no me hicieron echar de menos el pajizo autóctono.

El Nido es un vino complejo con la firma de Ordóñez y Gil. Es un vino potente, que no deja indiferente, una prueba más de lo bien que se pueden hacer las cosas en las D.O. menores (¿?) que tienen la fortuna de poseer uvas con personalidad, como la monastrell en Jumilla.

Y yo, que no soy nada amigo de finos, manzanillas, amontillados y demás, tuve que rendirme ante La Bota número 10. Merece la pena que leáis la historia de su elaboración. ¿Cómo no va a estar buenísimo?

La jornada se redondeó gracias a Xabi, erigido en perfecto anfitrión, que iba incorporando los manjares de su casa (en la foto el queso de San Simón a la plancha) al ritmo de la cata.

Y gracias a Esteban, de Redoma Calidad, distribuidora entre otros de los vinos de Ordóñez. No sólo puso a nuestra disposición vinos extraordinariamente difíciles de conseguir, sino que nos ilustró con su conocimiento alrededor de los mismos, y nos ayudó a cerrar la cata con un estupendo whisky single malt.

En fin señores, qué gran velada. De vez en cuando, y más si es entre amigos, merece la pena darse un gustazo de esta naturaleza y aprender un poquito más de este inabarcable mundo de los vinos, los grandes protagonistas de la noche.

[A Viña de Xabi / Fernando III O Santo 4, Santiago - 981.940071 / Ubicación]

Comentarios

  1. que momento de felicidad,rodeado de amigos y buenos vinos

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  2. De todos me quedo con el Ordoñez Esencia, para mi solo comparable con un Tokaji.

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  3. Impresionante despliegue, me he puesto hasta nervioso.

    Un saludo,

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  4. El Ordóñez era una pasada, desde luego. Tranquilícate, Melvin, que ya habrá oportunidad.

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