Callejear Barcelona

Supongo que para dejar registro turístico del fin de semana que pasamos en Barcelona hace un par de meses podría escribir algo al estilo de esto sobre Nueva York, con fotos de las vistas desde Montjuic o el Parc Güell, también del ambiente de las Ramblas y de la grandiosidad de la Sagrada Familia. Compensaría el toque pedante del post sobre Domenech i Montaner, pero no aportaría nada nuevo a miles de páginas que ya existen en la red.

En lugar de esto, voy a hablar de lo que me gusta. Y lo que me gusta cuando voy a una gran ciudad - muy por encima de visitar museos o grandes monumentos y al mismo nivel que disfrutar con sus grandes restaurantes - es callejearla, vivirla, respirar su ambiente cotidiano. Por eso, pese a que admiro la maravillosa monumentalidad de esa milla de oro que va desde el Louvre hasta el Arco del Triunfo, mi obsesión en París es perderme al atardecer por las callejuelas de Montmartre o del Barrio Latino. Y en Londres, Covent Garden o las mañanas de domingo en Camden. En Nueva York, el cosmopolitismo del East Village o del Lower East Side. En Granada, el Albaicín, y en Sevilla, Santa Cruz. Por eso me encuentro tan a gusto en Lisboa: porque es una ciudad hecha para caminarla.

Y para este perderse, caminar sin rumbo y sin prisa, Barcelona es excepcional. El rectángulo que delimitan el Mediterráneo, la Rambla del Raval, la Plaza de Catalunya y el Parque de la Ciudadela es, además de pura historia - esplendor y ruindad, suntuosidad y modestia - un paraíso del callejeo.

La estrechez de Sant Pere Mitjá, encajonada y paralela entre sus hermanas mayor y pequeña. La tranquilidad de la pintoresca plaza de Sant Agustí Vell. Más hacia el mar, en la Ribera, la majestuosidad palaciega de la calle Montcada, que desemboca en el Paseo del Born, a la espalda de la Catedral del Mar.

Del otro lado de la Vía Laietana, en pleno corazón del Barrio Gótico, la dura piedra de la Plaza del Rey me transporta a la Toscana: a San Gimignano o a Volterra. Al dejarla, sorprende el silencio que casi en todo momento del día reina en el Carrer de la Pietat, tras el ábside de la Catedral. Más aún comparado con el bullicio que, a escasos metros, impera en el Call judío y en el entorno de la Plaza del Pí. Detrás del Ayuntamiento, vuelve la calma en las estrellas callejas que se deslizan hacia la Mercé y el mar.

Me encanta también perderme por el Raval. Salir de la Rambla por el Carrer Nou - parada obligada en el Palau Güell - y recorrer la Rambla del Raval. El nuevo hotel Barceló es un ejemplo de contraste entre lo viejo y lo nuevo, igual que los es el MACBA algo más arriba. Luego hay que subir por Joaquín Costa para regresar, a la derecha por Tallers - parada obligada aquí también: el mítico bar de cócteles Boadas -, de nuevo a la Rambla.

Tiendas, bares, escaparates, cafés, gente, sombras, piedra, ruido, silencio. Callejear Barcelona.

Comentarios

  1. Manoel , se percibe tu pasión por Barcelona.Yo también tengo cuelgue de esa ciudad y mono , hace mucho que no voy , pero estoy ya por solucionarlo , me voy el 25 a un tema laboral que se va a desarrollar en La Pedrera con cema incluida en Casa Batlló (sniff , se me saltan las lágrimas).Pena que no me va a quedar tiempo de callejear , será en otra ocasión.Una vez más bonitas fotos ,capaces de transportarte a la esencia misma de Barcelona siempre vanguardia pero con ese sabor de antaño.Braintraining

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  2. Preciosas fotos. A mí también me pierde esa ciudad. En la plaza del Pí te ha faltado la foto a esa tienda cuchillería que haría las delicias de cualquier cocinero o sumiller... jeje Y cuando hacen el mercadillo de productos artesanos catalanes? Qué quesos!!!
    Gracias por tu web. Cuándo más husmeo por aquí, más me gusta.

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  3. Braintraining, ¿cómo fue lo de Casa Batlló? Un lujazo, imagino.

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  4. Acabo de llegar de Barcelona de una reunión que tuvo lugar en La Pedrera.Como el curso fue intensivo no la pudimos visitar ,estaba a tope de japoneses , nosotros accediamos directos a los sótanos , me quedó pena de la terraza...Y la cena en la Batlló , me fascinó y eso que está vacía pero es que me impresiona el genio de Gaudí y me impresiona yo creo que aun más que los gremios fuesen capaces de ejecutar ese genio , ni un ángulo recto.Puertas , barandillas ...todo es magnífico , si hoy quisiera hacer en mi casa una habitación sin esquinas no creo que nadie se prestase.Subimos a la terraza , unas chimeneas!!!! Los trasteros están bajo la terraza , sus puertas son simples pero el guía te invita a traspasar una de esas puertas vulgares y entras a un trastero que es como el vientre de una ballena (a mi recordaba la de Pinocho) con arcos blancos desde el suelo al techo como unas costillas...Como anécdota ,el edificio Batlló hoy dia pertenece al dueño-creador de Chupa-chups , se financia el mantenimiento de la casa con la entrada que es 18 euros(no reciben subvención alguna) y con la organización de eventos.Y sí , fue un lujazo aunque cuando estás dentro te ves perfectamente viviendo allí.Lástima que no pude callejear por Barcelona.Braintraining

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