La vuelta a la Terra Chá en una sola tarde

La víspera de el encuentro gastronómico alrededor del San Simón, el Grupo de Desenvolvemento Rural de la Terra Chá organizó una intensa jornada con el propósito de que los asistentes nos lleváramos una visión, aunque fuera muy rápida, de las posibilidades que ofrece esta comarca, tan extensa como desconocida en lo turístico.

La tarde comenzó, faltaría más, con una buena comida. En concreto, un pantagruélico cocido en la Casa do Rouco (en el post que le dediqué hace un par de años tenéis los detalles y la ubicación). Parecía una de esas bacanales del medievo: los comensales distribuidos en el perímetro de la circular sala abovedada, entre paredes de piedra, mientras el personal, en el centro, cortaba y repartía cachucha, lacón, grelos y demás panoplia. Llegué algo tarde, por lo que no pude fotografiar las piezas enteras, pero las imágenes que vi en las cámaras de otros eran de impresión.

La primera visita paisajística de la tarde fue la lagoa de Cospeito [ubicación]. Buena parte de la Terra Chá está conformado por humedales que integran la reserva de la biosfera de las Tierras del Alto Miño. Estos humedales son un espacio excelente para la observación de aves; más de 175 especies, algunas bien escasas en el resto de la Península, anidan, se reproducen o pasan por aquí. La lagoa de Cospeito dispone de un sendero perimetral de unos cuatro Km que permite recorrerla fácilmente, incluso con niños, y, si hay mucha suerte, disfrutar hasta de nutrias.

La siguiente parada fue en el Castro de Viladonga [ubicación], en el vecino concello de Castro de Rei. En lo alto de una loma con una gran perspectiva sobre la Terra Chá, hasta cuatro murallas y fosos rodean un recinto circular de casi 10.000 metros cuadrados que estuvo habitado hasta el siglo V - se piensa que por unas 250 personas - apenas a unos kilómetros de la poderosa Lucus Augusti. Justo al lado del castro, la exposición permanente del museo permite apreciar numerosos objetos que se han ido encontrando en cuarenta años de excavaciones.

Baamonde, en el concello de Begonte, alberga la casa-museo de Víctor Corral [ubicación], el casi octogenario escultor que arrancó su carrera muy joven cuando, para matar el tiempo mientras pastoreaba los rebaños de ovejas, comenzó a raspar piedra con su navaja. Desde entonces, ha expuesto a ambos lados del Atlántico y explica a quien quiera conocerlo el particular universo que despliega en su casa y jardín.

Muy cerca de allí, camino de Guitiriz por la vieja N-VI, está la Capilla de Santo Alberte [ubicación], a orillas del río Parga, en pleno Camino Norte de Santiago. Llegamos ya de noche, sin apenas luz, pero Manolo y Sole volvieron al día siguiente y lo documentaron (a ellos les robo la foto).

Estábamos ya muy cerca del Balneario de Guitiriz, fantástica recuperación del edificio original de hace más de un siglo. Pasamos la noche en este cuatro estrellas rodeado de un inmenso bosque, sin tiempo para disfrutar de sus tratamientos termales ni del campo de golf.

Pero antes de dormir aún nos quedaba la cena. De nuevo en Baamonde, a unos metros de la casa-museo de Víctor Corral, su hermano Juan dirige el mítico Restaurante Galicia [ubicación]: caldo, carne asada como sólo se prepara en los pueblos y, tras los postres y la queimada, el indescriptible espectáculo del propietario.

Nos quedaron en el tintero el Parador de Vilalba, Casa Cándida, la Serra do Xistral, el nacimiento del Miño en Fonmiñá, el Mesón do Labrego... motivo más que suficiente para regresar.

Comentarios

  1. Hola! qué bonita tierra Galicia, este verano volveré y si puedo haré una parada por estos sitios. Enhorabuena por el blog, yo te animo a que te pases por el mío :) http://www.dondemedejesllevarte.blogspot.com/
    Un saludo!

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