Mar y pescado en la Caleta Quintay

Entre Algarrobo y Valparaíso, a ciento y algo kilómetros de Santiago, la caleta Quintay es un lugar de postal. Cuando uno desciende las reviradas y pronunciadas curvas del último tramo de carretera, ya adivina que se va a encontrar algo muy atractivo. Una cala recóndita de mar cristalino, un cuadro en el que los colores son las barcas posadas en la arena. Un lugar para llegar sin prisas, para pasear desde el antiguo puerto ballenero hasta lo alto del pueblo, un espacio pintoresco que no deja indiferente...

...y un lugar para comer. Para atiborrarse de los productos de ese mismo mar en la terraza del restaurante Miramar, en donde los preparan sin mayores complicaciones pero con toda la fuerza del buen producto fresco.

En pocillos de greda (barro) llegan las machas a la parmesana y el pastel de jaiba. Ambas raciones bien amplias, con mucha presencia de los respectivos bichos, en preparaciones bien contundentes y sabrosas. Luego yo pedí congrio frito, que vino apanado y casi saliéndose del plato. Mi miedo era que hubiera llegado demasiado pasado, pero estaba estupendo de punto: hasta pude acabármelo pese a su tamaño.

Encaja bien el Miramar con su entorno. Fresco, poco sofisticado, hasta pintoresco, pero un placer para los sentidos. No pudimos tomar vino por ser día de elecciones, aunque leo que tienen una oferta corta pero suficiente. Y el precio es razonable, pensando además que las raciones son tan grandes que se pueden compartir. No recuerdo el valor total, porque éramos un grupo muy grande, pero todos los platos estaban por debajo de 10.000 pesos (16 euros).

En fin, no puedo sino recomendar una excursión de un día a la caleta Quintay [Ubicación], con almuerzo en el Miramar, claro. Quizás las siguientes fotos puedan terminar de animar a los que duden.

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