Termina 2012...

Termina un año en el que cambié las rías atlánticas por la costa del Pacífico, los Ancares y el Courel por los Andes, el hemisferio norte por el sur, Galicia por Chile. A 31 de diciembre, echando la vista atrás, resulta que han ocurrido muchas cosas...

El recuerdo más intenso está todavía muy reciente: la majestuosa exhibición que la naturaleza lleva a cabo en el Parque Nacional de las Torres del Paine, muy al sur, en la Patagonia. Nunca olvidaré esos paisajes.

El otro gran viaje del año fue en marzo, una nueva visita a Nueva York. Como casi se solapó con mi traslado a Chile, apenas escribí sobre él. De hecho, aún tengo posts en el tintero. Y eso que vivimos experiencias gastronómicas interesantísimas, en la barra de Momofuku Ko y en el WD-50, la casa del gran Wyllie Dufresne.

Venir a Chile, cómo no, fue toda una invitación a conocer un nuevo mundo en lo enológico. Detrás de esas grandes bodegas que exportan el 90% de su producción, existen movimientos muy interesantes como MOVI, vitivinicultura de escala humana. Ya he podido recorrer los Valles de Colchagua y de Casablanca, pero queda mucho por visitar. Afortunadamente, locales como Bocanáriz o el Santiago Wine Club de Arnaud Robert, ambos recientes, ayudan al que tiene interés por descubrir algo más...

En lo gastronómico, el Casamar de Tomás Olivera es ya mi restaurante de cabecera. Y la cocina peruana, en sus variantes criolla y nikkei, me ha cautivado: Esquina de Dioses y Hanzo son dos excelentes representantes.

Pero si un lugar me ha cautivado de verdad, ése es Valparaíso. La ciudad porteña exhala decrepitud y belleza a partes iguales, en un conjunto maravilloso. Sus colores, sus cerros, su ambiente me llevan a recorrer la hora y media escasa que la separa de Santiago una y otra vez. Valpo levanta odios y pasiones, decepciona o encanta. A mí, sin duda, me fascina.

No todo lo bueno de 2012 ocurrió en Chile. Tuve la inmensa fortuna de que mi último regreso a Galicia, apenas cuarenta y ocho horas, coincidiera con la apertura del nuevo restaurante de uno de los cocineros con más talento de mi tierra: Luis Veira. La experiencia en Árbore da Veira fue una de las más destacadas del año.

Hubo más restaurantes destacables que conocí en Galicia este año. Por fin me quité las ganas de conocer el fisterrán O Fragón y asistí casi al debut de una interesante y joven opción en A Coruña: David Abuín.

Para cerrar este repaso, me quedo con una imagen que todavía no entiendo cómo me llevo tanto tiempo descubrir. La imagen del mejor banco del mundo... que está en Ortegal. ¡Feliz 2013!


Comentarios

  1. Feliz 2013, Manoel. Algún día me encantaría conocer esas tierras. El vino que probé de allí me encantó.
    ;)

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  2. Feliz año a ti también!!!

    Chile tiene parajes fantásticos... y vinos también fantásticos. Ojalá puedes cruzar el charco pronto!!

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