Los miradouros de la ruta del 28

Una buena visita a Lisboa debe tener, en mi opinión, tres componentes principales. Mucho caminar por los barrios del centro, los turísticos y los que no lo son tanto, empapándote del ambiente lisboeta. Una buena selección de comidas y cenas, si es posible combinando locales tradicionales - incluso aquellos del Bairro Alto o de Alfama en los que los visitantes apenas se revuelven en mesas apiñadas, mientras camareros de dudosa capacidad artística cantan fados al tiempo que sirven; tienen también su encanto, qué duda cabe - con otros más vanguardistas, que también los hay. Y, en tercer lugar, sobrevolar los tejados rojos del centro de la ciudad desde los miradouros que la caprichosa orografía lisboeta regala a propios y extraños.

No es mala estrategia para visitar los miradouros utilizar el Elétrico 28 como guía*. Partiendo de su origen en la plaza de Martim Moniz, las primeras paradas del barrio de GraÇa nos sirven para llegar a Nossa Senhora do Monte, uno de los miradores menos conocidos al estar algo alejado de las zonas más turísticas, pero sin embargo uno de los que ofrece mejor panorámica: el castillo, la Baixa, el río y, al fondo, el puente 25 de abril.

Pocos metros más abajo, en el Miradouro de GraÇa, podremos saborear una vista similar con la compañía de una cerveza y de bastantes más turistas.

Siguiendo la ruta del 28, llegamos poco después a las dos atalayas, muy próximas, sobre la roja y blanca Alfama: Portas do Sol y Santa Luzía. En la primera, al atardecer o de noche, podremos disfrutar de un cóctel en la terraza hace poco abierta (eso sí, abrigadillos, porque la cosa suele estar venteada). Santa Luzía es uno de los rincones más clásicos de la ciudad (romántico, incluso, si la muchedumbre, milagrosamente, se esfumara) pese al penoso estado en que se encuentra.

Toca subir caminando hasta el Castelo de Sao Jorge, que ofrece una completa panorámica de 360º sobre la ciudad, desde el puente 25 de abril hasta San Vicente y el Panteón.

De nuevo en la ruta del 28, atravesamos la Baixa para bajarnos en la Plaza de Camoes. Desde allí, subimos hacia el Convento do Carmo y caminamos por su lateral hasta llegar a la parte alta de la estructura metálica del Elevador de Santa Justa. Dominamos la Baixa y el Rossio, pero quedan también a nuestro alcance el castillo y la Sé, recortada contra el Tajo.

Algo más arriba, quizás mi vista favorita: la que ofrece Sao Pedro de Alcántara, al que también se puede llegar mediante el Elevador da Glória.

De vuelta a Camoes, sólo una parada más adelante el Elétrico nos deja junto al elevador da Bica y, poco después, la callejuela que conduce al miradouro de Santa Catarina, que nos ofrece vistas sobre Alcántara y sus DoÇas, con el puente 25 de abril al fondo.

Para terminar, no queda más remedio que recurrir al Metro para alcanzar la parte más alta del parque Eduardo VII. Desde allí podemos poner un magnífico colofón a esta ruta por los miradouros lisboetas.

* Por 3,70€ se puede obtener un pase diario para metro, autobuses y tranvías, sin limitación de viajes. Utilísimo para desplazarse por la ciudad, sobre todo si se planea visitar zonas más alejadas como Estrela, Alcántara o Belem.

Comentarios

  1. Manoel, boa visita e boa pesquisa que a permitiu! :-)
    Para ficar completa, só ficaram a faltar à lista o panorama que se pode avistar do terraço da Igreja de Santa Engrácia / Panteão Nacional (podes aproveitar quando fores experimentar, da próxima vez, a cozinha do Mercado de Santa Clara) e as belíssimas vistas de fora de Lisboa - do cimo do Cristo Rei e ... a outra conto-ta da próxima vez que cá vieres (!). Dá uma olhada ao meu Face que lá encontras do que falo. Fico à espera do resto das crónicas de Lisboa...

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