El tiempo lento de la Taberna Pil-Pil (A Coruña)

El tiempo transcurre lentamente entre las cinco mesas de la Taberna Pil-Pil, al calor de su minúscula cocina, en compañía de sus manteles de papel y de su escueta decoración. Dice su carta que la cocina del Pil-Pil es "de hervores lentos", de sabores naturales, de producto rebuscado entre lonjas y mercados. Una carta muy corta, con apenas tres opciones de primeros, carnes y pescados (lo que haya en el día); el trato cercano - las hermanas cocineras, Luis el maestro de ceremonias -; y lo reducido del local dan la sensación de estar comiendo en la casa de alguno de esos viejos familiares que todos tenemos en el pueblo o en la aldea. [Pelamios, 7 / 981.212712 / Ubicación en Tagzania]

De entre los entrantes, escritos a mano en la carta, nos quedamos con la tortilla de mejillones. Puro sabor a mar - los mejillones en pequeños fragmentos - entre el huevo casi cuajado, jugoso como tiene que ser (y no como otras preparaciones, que con la coartada de la tortilla de Betanzos, lo dejan crudo, sin xeito).

Para los segundos, sendos guisos, uno de mar y uno de tierra; y ambos respetando el lema de la carta: largas cocciones con materia prima seleccionada. El choco estofado es traido de la ría de Ferrol, de donde recuerdan los patrones del Pil-Pil los mejores ejemplares. Dorado en el exterior, tierno por dentro, sobre la sabrosa salsa que humedece el arroz: muy bueno.

El estofado de ternera se prepara a partir de carne ourensana, concretamente de la zona de Viana, de producción ecológica. Casi tres horas de cocción, partiendo juntas de crudo tanto la carne como las verduras - cebolla, pimientos, ajo, sobre todo zanahoria - que la acompañan. Se presenta con un puré de patata que, al igual que el arroz del choco, no está a la altura como guarnición. El resultado del guiso es magnífico: sabroso, tiernísimo (nos viene a la cabeza el jarrete del Comei).

Los postres son caseros, sencillos. Una mousse de chocolate y un budín de manzana. Aquí el tiempo se dilata aún más: conversación con el personal del restaurante, el café de pota, más charla. Son dos horas y media de cena en un ambiente casi familiar, en el que lo de menos son las formas y lo más importante comer bien y, sobre todo, disfrutar de la mesa lentamente ("¿ya os queréis ir?" fue la respuesta cuando pedimos la cuenta).

La comida la acompañamos con un Castro de Lobarzán blanco, godello de la D.O. Monterrei, y agua. Pagamos unos 30 € por cabeza. Y volveremos.

Comentarios

  1. Un sitio más en el que coincido contigo.
    Me encanta el sitio, tanto por la comida, como sobre todo por ese ambiente de gusto por el trabajo bien realizado, por el respeto a la cocina, y la sensación de disfrute tranquilo e íntimo.

    Para mi un restaurante muy recomendable

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  2. Yo también coincido al 100% en lo que a su cocina se refiere.
    Eso sí, en mi última visita la cocina no fue lo único lento, la atención fue lenta-lenta-lenta, pero es cierto que es un sitio tan familiar que ni se te ocurre protestar.
    Ah! El tamaño de las reaciones quizás sea un poco justito, no?

    Narone

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  3. Narone, efectivamente hay que ir sin prisa. Y sí, quizás algo más de cantidad no le haría daño a los platos.

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  4. Pues acabo de llegar de comer ahí.
    De primero compartimos un salmón marinado que esta bien sin alardes.
    De segundos un bonito guisado con pimientos y tomate (estilo marmitako) muy bueno y la carne guisada antes citada, también muy rica.
    De postre, el budín y un flan, ambos muy buenos.
    Pagamos 45 euros con unas copas de vino y un agua mineral.
    Mi opinión es buena, pero un poco de espabilamiento al servir lo haría todavía mejor. la cantidad de comida y el precio, OK

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  5. Es unos de mis sitios preferidos, habré ido unas veinte veces.

    Es verdad lo que decís de las cantidades y del tiempo, pero yo a Luis se lo perdono todo ,je je.

    Mis platos preferidos son la tortilla que comentas, el pastel de espárrago, las carrilleras y la castañeta con tomate y almendras (cuando la tiene)

    Por cierto, enhorabuena por el blog, muy interesante. Soy nuevo aquí y espero meterme a partir de hoy. Saludos

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  6. Buenos dias
    Estuve cenando este sábado con unos amigos y me decepcionó bastante el sitio. No la comida, que estaba realmente deliciosa: pastel de espárragos, la castañeta, merluza en salsa verde, el estofado de ternera, los postres (probé el budín de manzana, el flan de yema y la mousse de chocolate) pero....
    El dia anterior había ido a reservar mesa y le dije que ibamos a ser 10 personas. La carta es breve y las mesas pocas así que no entiendo como, una vez pedimos, nos dice que solo le queda una de bacalao(le habíamos pedido 3) y que se la acaban de pedir en la mesa de al lado, que solo le queda una de calabacín relleno (habíamos pedido 2) y al final se olvida de ponerla, pedimos que nos recomendara un albariño y nos enseña 3 pero de uno de ellos no tiene botellas frías así que nos decantamos por uno de los otros 2 y resulta que cuando quisimos pedir la tercera botella de esa marca nos dice que se le agotaron las botellas frías de ese, que tenemos que cambiar para el otro... en fin.
    Pero para mi el detalle mas "extraño"? es cuando al terminar quisimos pedir café y nos dicen que el café lo hacen los viernes pero no los sábados... Sin comentarios.
    En fin, que con la oferta variada que hay en la ciudad me temo que no repetiré ni lo recomendaré.

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  7. Yo he estado hoy con unos compañeros de trabajo y me ha decepcionado un poco. De primero pedimos pastel de cabracho y salmón marinado.

    Como dice David más arriba, el salmón estaba correcto, sin alardes. El pastel de cabracho estaba demasiado frío e insípido. Lo he probado en muchos otros restaurantes y este es, con diferencia, el que menos me ha gustado.

    De segundo tomé la carne asada, que francamente estaba muy bien. No me gustó el hecho de que me la pusieron a palo seco, sin patatas ni puré... Solo dos cebollas pequeñas y unas cuantas zanahorias.

    Esperamos a que nos atendieran para pedir el postre durante media hora, y al final pedimos la cuenta y nos fuimos.

    En cuanto al vino, tomamos un rioja muy bueno, aunque un poco fuerte para mi gusto (no recuerdo el nombre).

    No es un mal restaurante (a pesar de lo del pastel de cabracho), pero no veo nada que lo haga sobresalir de ser una taberna más de Montealto, un poco mejorada.

    La atención es buena, aunque tremendamente lenta. Sin duda, en esa zona, prefiero "o bebedeiro".

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