El desierto y el mar
Todavía la temperatura es fresca a esa hora y el sol bajo crea fuertes sombras en las dunas. La arena está virgen y tus huellas son las primeras que deforman las líneas que construye el viento. Al acercarte al mar, a lo lejos, ves a otro madrugador paseando por la orilla. Más allá, en Playa del Inglés, miles de guiris comienzan a despertarse en los horribles mamotretos de los hoteles.
Pasa el tiempo silencioso y se inicia el movimiento. De vuelta hacia el faro con los pies en el agua, ves a los encargados colocar las tumbonas en las zonas más concurridas. Ya son grupos los que caminan con sus bolsas en busca de un hueco para torrarse. Se ha perdido el encanto, pero nadie te puede quitar el paseo solitario.
Os dejo algunas de las fotos que saqué.
Muy bonitas fotos Pantagruel. He viajado bastantes veces a Canarias pero nunca he ido a Gran Canaria; impresionante paraje.
ResponderEliminarConozco muy bien el sitio, y tambien lo conocia cuando despues del Faro no habia mas que la playa de Meloneras y... un chiringuito de los de antes (de 10).
ResponderEliminarDe lo que no hablas es de Restaurantes en la zona, y por lo menos tenias que haber estado en el Pepe el Breca para conocer los pescados de roca Canarios, las Papas arrugas de verdad, etc.
Bebeuvas, lo de las vacaciones tipo no-voy-a-hacer-nada-durante-cinco-días se notó.
ResponderEliminarNo obstante, a recomendación de una chica de recepción, nos acercamos a La Casa Vieja, carretera arriba. Nos tomamos un choco a la plancha y sendas doradas a la parrilla, con un blanco de Lanzarote demasiado afrutado para mi gusto. Estuvo bien, pero no nos emocionó.
La playa favorita de la Otomana. Impresionante.
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