Templos de la fast food neoyorquina (i): Burger Joint

Habrá toda la crisis que se quiera, pero cenar en un restaurante de moda en Nueva York sin reserva sigue siendo imposible, aunque te acerques a horas tan estrambóticas para un español como las seis de la tarde. Hasta en cuatro lo intentamos antes de desistir.

Pero claro, por otro lado, para cinco días que estás en la gran manzana, tampoco es plan condicionar lo turístico con horarios fijos y reservas. En consecuencia, limitamos las grandes experiencias gastronómicas a una - ya os la contaré, japonesa ella -, pero a cambio conocimos curiosos garitos a los que, permitidme, denominaré templos de la fast food neoyorquina, a cual más friki. Comenzamos por el Burger Joint.

Imaginaos que detrás de la recepción del Hotel Palace en Madrid hay escondida una churrería. Chocante, ¿no? Pues lo del Burger Joint es algo parecido. El hotel Le Parker Meridien es uno de los más posh de NYC, dicen que con unas espectaculares vistas de Central Park desde sus habitaciones más altas. Pues bien, en el espectacular lobby, escondido en un estrecho pasillo tras la recepción, se encuentra tal que el siguiente garito.

Cutre de narices, apenas treinta metros cuadrados, con una micrococina en la que no sé cómo cabían tantos cocineros - eso sí, sin humo, maravillosa ley - y con una cola que salía del local. Ése es uno de los lugares de culto de la hamburguesa en Nueva York.

El algoritmo para obtenerla es bien sencillo. Uno: hágase paciente cola. Dos: cántesele a la persona que te atienda en el mostrador, "hamburger" o "cheeseburger", a gusto. Tres: indíquese el punto de la carne. Cuatro: selecciónense los acompañantes (lechuga, tomate, cebolla, pepinillos, mostaza, ketchup) o, alternativamente, pídase "The Works", que significa que te pongan de todo. Cinco: pídase la bebida. Seis: sáquense los codos para pelear duramente por una mesa.

Por supuesto, mi petición fue una cheeseburger poco hecha The Works ($7,50) y una cerveza (medio litro en vaso de plástico). El resultado, el siguiente:

Observad la maestría - pinchad en la foto para verla en grande - para darle el toque grasiento. ¡Qué manera de empapar el papel, qué lujo! ¡Cómo se desparrama ese queso naranja!

Y sin embargo, señores, la hamburguesa estaba de coña. Rojita por dentro, sabrosa, tierna. Tuve que quitarme el sombrero: estos yankis son un prodigio digno de admiración para la comida rápida. Así estaba de abarrotado el garito, claro. Anotadlo, que merece la pena. (Gracias, Esther, por la pista)

[Burger Joint / 119W 56th St, en el hotel Parker Meridien / Ubicación]

Comentarios

  1. Me alegro que te haya gustado... es todo un contraste!! Para nosotros fue la mejor hamburguesa que encontramos...
    Esther

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  2. Pues sí, coincido: mejor que la del mítico Corner Bistro. Pero esa será otra historia...

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  3. Alucinante: es como el bocata americano del Gasthof.

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