Unos días en Aysén (iv): Mallín Colorado Lodge

El asfalto más cercano se encuentra a muchísimos kilómetros. La electricidad está presente la mayor parte del tiempo, pero no hay día que no se esconda durante un rato. Por supuesto, no hay rastro de señal de celular: un enlace satelital proporciona una débil y discontinua conexión a Internet desde el comedor. Un entorno de aislamiento idóneo para disfrutar de la naturaleza de Aysén.

El Mallín Colorado Lodge ocupa una amplia superficie sobre una estrecha lengua de tierra que separa los lagos General Carrera y Bertrand, a unas cuatro horas al sur de Coyaique. Elevándose sobre el primero de ellos, con unas vistas magníficas a sus aguas turquesa, el edificio principal - que alberga el comedor y la recepción - y las cuatro cabañas para huéspedes se distribuyen entre los árboles de modo que prácticamente no se pueden ver las unas a las otras. En el silencio de la noche o del amanecer, la sensación es de una espléndida soledad.

Las cabañas de madera tienen distintos tamaños, permitiendo albergar entre cuatro y seis personas. Todas están orientadas al lago, sus cristaleras grandes pantallas de cine hacia la naturaleza. La construcción es rústica, íntegramente en piezas de madera, pero muy acogedora. Incluso en las estivales noches de enero, la chimenea funciona todo el tiempo en equipo con los edredones de pluma.

Hay que dar un paseo para llegar al comedor, especialmente agradable tras el oscurecer si las nubes no impiden ver cómo las estrellas literalmente inundan el cielo. El desayuno es casero, con queso, huevos y mermeladas de la zona. Para el almuerzo y la cena, siempre una ensalada o una sopa, un fondo y el postre. Todo preparado con lo que produce el invernadero del lodge, lo que se puede encontrar en Puerto Guadal y la compra semanal en Coyaique. Buen nivel en la cocina, solo oscurecido por la bolsa de picnic para las excursiones de día completo, que no está a la altura del hotel.

En los alrededores del Mallín Colorado hay atractivos naturales magníficos, como ya he ido contando en posts anteriores (la laguna de San Rafael, las capillas de mármol o la propia carretera austral, por ejemplo). Pero no es necesario salirse del terreno del Lodge para admirar el prodigioso paisaje de Aysén. Es posible perderse - a pie o a caballo - entre espesos bosques de ñirres, lengas y coihues.

O, sobre todo, es posible trepar durante un par de horas a lo alto de la propiedad para contemplar una vista absolutamente deslumbrante. Tras el intenso verde de la arboleda, brillan las aguas turquesa del lago Bertrand, flanqueadas por las cumbres cubiertas de nieve - que asoman, tímidas, entre las nubes - del Cordón Contreras, antepuerta del campo de hielo norte. Al fondo, los colores se separan - o se unen - como si de un lienzo se tratara en el punto en que el Bertrand y el lago Plomo se encuentran. Para estar horas sentado, simplemente mirando.

Una experiencia de las que merece la pena, la del Mallín Colorado. Acentuada por el trato absolutamente cercano y familiar que Paula y su equipo otorgan. Felipe - el guía en prácticas -, Adolfo - el conductor que se hizo cientos de kilómetros con nosotros en la furgoneta - o Luci - la chica boliviana que atendía el comedor - eran ya amigos íntimos de los pantagrueliños al final de los cinco días de estancia.

El alojamiento en el Mallín Colorado es caro, bastante caro. Normal, dada la escasez de oferta de calidad de la zona y la enorme dificultad logística, desde el aprovisionamiento de energía hasta las compras más básicas. Pero cada peso o dólar o euro que se gaste en este lodge y en la visita a Aysén estará, no lo dudéis, magníficamente empleado.

(El Mallín Colorado, por cierto, recibe su nombre de la pequeña laguna que podéis ver en la última foto, sacada desde la parte más alta de la propiedad.)

[Mallín Colorado Ecolodge / Puerto Guadal - Aysén / Ubicación]

Comentarios

  1. Querido,
    fantástico el posteo, no lo había visto!! Quisiera compartirlo en mis redes y las de Mallin Colorado pues está completísimo y muy bueno. Una pena lo del pic nic, me da la impresión no haber revisado suficiente aquel día.
    Un abrazo y saludos a Alejandro y al grupo, Paula

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