Las Cabras, las fuentes de soda y la coherencia

Fuera, la gente que sale del Metro camina apresurada, haciéndose como puede un espacio entre la valla que delimita las obras de la calle y los no pocos que hacen fila a la puerta del bar, junto al neón que grita "Comida rica". Dentro, desde sesentonas apitucadas hasta cabros con polera futbolística abarrotan el local de estricta estética retro.

Los que no somos chilenos vemos las fuentes de soda como la adptación de los diner estadounidenses a la gastronomía local. Las Cabras respeta escrupulosamente esta estética: desde los azulejos en las paredes a los sillones, desde el espejo a los carteles, desde los cucuruchos de las servilletas a la barra del bar.

Pero, sobre todo, Las Cabras es un alarde de coherencia. Quien lo impulsa es quien preside una maravillosa iniciativa por las cocinas de Chile. Y en la breve carta, desde los sánguches hasta el último guiso rezuman chilenidad. Comida directa, honesta, de la de siempre, de la de casa, sin renunciar a pequeños detalles que la actualizan.

La palta reina. El crudo de filete aliñado en su punto, con granos de sal gruesa como pequeña travesura. La fricandela hecha en casa. También sabrosa comida de cuchara: los ostiones con garbanzos (aunque a mí estos me gustan un poco más cocidos). Y, especialmente, las melosísimas, tiernísimas charchas de chancho con papas fritas y esa salsa de horas, de las de antes, ligada, espesa.

Las Cabras no es solo una fuente de soda. Es la coherencia con un compromiso, el de poner en el lugar que le corresponde las cocinas de Chile. Es la coherencia con un mensaje que llama al transeúnte que pasa por delante del local: "comida rica".

[Las Cabras Fuente de Soda / Luis Thayer Ojeda 0166 - Providencia / Ubicación]

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