Mesas chilenas en la Pequeña Providencia

La Pequeña Providencia son apenas un par de calles que conforman un oasis en medio del ajetreo urbano. Viejas y elegantes casonas, que poco a poco se van convirtiendo en el hogar de restaurantes que encuentran en este mini barrio-jardín un lugar idóneo. Algunos de estos locales, a su vez, crean un oasis de cocina chilena tan necesario como bienvenido.

Simbólico. Donde antes había una cevichería peruana, ahora se encuentra el restaurante Pipeño. El nombre es una declaración de intenciones, pero por si acaso añade bajo el mismo "mesa chilena". Y, para rematar, nada más sentarse los comensales se posa sobre el papel de mantel un recipiente de greda con sopaipillas y el correspondiente pebre.

La carta se rinde a los clásicos, desde la chorrillana hasta los porotos con mazamorra, pasando por el costillar de chancho o las prietas a la parrilla. Excelente, por calidad de producto y punto de cocción, es la entraña, que acompañamos con ensalada chilena. La Tabla Tierra presenta un recorrido por la tradición, al tiempo que muestra la buena mano en la cocina: mechada que se derrite en la boca, arrollado huaso sabroso, pastel de choclo intenso, ricas las papas rellenas de prieta. Un goloso manjarate para cerrar.

El contrapunto a la cocina lo ponen detalles del servicio y la sala que se deben pulir con urgencia. Notorias ausencias de algunas de las estrellas de la carta (la chorrillana, sin ir más lejos) y lentitud, casi displicencia, en la atención. El precio es muy razonable. Si se corrige la sala, un local para tener muy en cuenta.

A unos cuantos pasos, un espacio de solera como El Ancla. El mar en la mesa. Tras una primera visita que no me dejó nada convencido, he terminado rindiéndome a las preparaciones que apenas intervienen sobre el producto. Crudito, aliñado, marinado lo que sale del agua.

Mis favoritas, probablemente, las almejas al Matico que tomamos en ausencia de erizos. Notables también las ostras, de porte y sabor. O el ceviche de reineta, abundante y sin artificios: directo a lo que debe ser. Y para sabor, unas crocantes empanadas de pino y piure, deliciosas, salinas, marinas.

Del mar de Chile a la mesa. Sin complicaciones innecesarias, ¿para qué con este producto? Se une un precio también acotado y un servicio clásico, eficiente, y tenemos un buen lugar para sumergirnos en la chilenidad del Pacífico.

No dejen de acercarse a ese oasis de la mesa chilena que es la Pequeña Providencia.

[Pipeño Restaurant - General Flores 29, Providencia]

[El Ancla - Santa Beatriz 191, Providencia]


Comentarios

Deixa o teu comentario...

Arquivo

Formulario de contacto

Enviar