Slowly

Yo era de los obsesionados por planificar los viajes al milímetro para poder visitar todo lo visitable, ver todo lo visible, exprimir al máximo el tiempo, siempre menos del necesario, del que se dispone al viajar a una ciudad, una región o un país.

Con el paso de los años no he dejado de ser cuadriculado, pero sí he mejorado en criterio de manera importante. Todo sigue igual de planificado, tengo claro qué debo visitar cada día, en qué orden, con qué medio de transporte; casi, qué fotos tengo que sacar y desde dónde, aun a qué hora del día. Pero todo con amplitud, con holgura de tiempo. Porque disfrutar de una gran ciudad o de un pueblo recóndito es también - es, sobre todo - sentarse en una plaza, ver pasar la gente, escuchar lo que dicen - aunque no los entiendas, en el extranjero -, tomar una caña al sol o a la sombra mientras se admira una plaza o un monumento, dejar pasar el tiempo.

Pero, con todo, nunca me había pasado lo que el otro día en San Sebastián. Donosti es una ciudad pequeña, muy manejable. Además, ya la conocíamos, ya habíamos sufrido mi estresante planificación anteriormente. En tercer lugar, el motivo por el que estábamos en la ciudad no era visitarla, examinarla, sino someternos en el templo gastronómico de Adúriz. Y por si fuera poco, en pleno mes de noviembre amaneció un día primaveral, de cielo azul, de desayuno al sol en una terraza sobre La Concha, de gafas de sol y manga corta.

Así, desde las diez de la mañana que dejamos el hotel hasta las siete de la tarde que volvimos para descansar algo antes de la cena, nuestra única ocupación era pasear, sin rumbo, sin prisa, slowly, por la ciudad. Desde la terraza del desayuno a Miramar, luego al Peine de los Vientos, más tarde funicular arriba hasta el Igeldo, de nuevo a Ondarreta y luego otra vez a La Concha, pintxos en el Casco Viejo, un cafecito y después al puerto. Despacio. Sin prisa. Charlando y disfrutando cada momento. Los novios sacándose fotos. Las señoras mayores retando al Cantábrico. Los surfistas también, aunque menos. Los niños en bici o patines. Slowly. Señores, qué maravilla, viajen siempre sin prisa.

Comentarios

  1. Merece la pena visitar la ciudad y poder comer en alguno de los templos gastronómicos que hay en los alrededores.
    Yo visité Mugaritz y me quedé con ganas de estar en Arzak y Martín Berasategui.

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  2. Llegué ayer de Donostia , el sábado amneció nevado , todas esas estampas típicas de allí que nos muestras y las no tan típicas , pues igual pero con un manto blanco.Fuimos a probar A Fuego Negro y sus pintxos diferentes siguiendo la recomendación que en su momento hiciste pues siempre acabamos en La Cuchara...un concepto de pintxo muy original el del lugar , pena que en Coruña no haya propuestas similares.Braintraining
    PD: la semana proxima se inaugura la temporada de sidrería en Pais Vasco , parece que este año hay poca sidra así que los interesados apuren.

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  3. Hola Manoel, quería pedirte un favor. Lo pongo aquí porque no sé me ocurre otro sitio. Tengo un compromiso y quería regalar una buena botella de vino. Sigo mucho tu blog y creo que "entiendes" de vinos. Yo la verdad es que no controlo nada ese tema. Me gustaría que me recomendaras tu uno y alguna tienda en Coruña donde creas que pueda haberlo. No me importa tinto, blanco,... confío en tus conocimientos,jejeje.
    Muchas gracias...

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  4. Anónimo: Mándame un correo a manoelfoucellas@pantagruelsupongo.com y comentamos. Un saludo.

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