Regresando de BCN
El viernes comimos en el Bar Cañete, un espacio reconvertido en el corazón del Raval. Concepto de bar tradicional con ejecución más que moderna, incluyendo la cocina a la vista en el interior de la barra, las tapas en equilibrio entre lo tradicional y lo actual y el espacio para postres separado. La foto lo ejemplifica con la tapa de jarrete.
Esa misma noche, la impecable puesta en escena del Dos Cielos. El arranque, una copa de cava a la luz de la luna en la terraza, veinticuatro pisos por encima de la ciudad, que se extiende a nuestros pies. Luego, el menú degustación de los hermanos Torres.
El sábado fue el turno del Dos Palillos. De nuevo en el Raval, Albert Raurich practica lo que podríamos denominar "cocina japonesa de mercado", nutriéndose de la materia prima que encuentra en la Boquería. Y todo, en una barra que rodea la cocina y que permite disfrutar en vivo de la actividad de los cocineros mientras se da cuenta del menú de ¡17 platos!.
Y el domingo, con una distribución de sala idéntica, Hideki Matsuhisa (Koy Shunka) nos deleitó con la mejor cena japonesa que he tomado en mi vida de larguísimo, pura textura, sabor y sensibilidad.
Para terminar, este mismo mediodía nos hemos pasado por Monvínic, dicen que una de las mejores vinotecas del mundo. Más de 3.000 referencias y 12.000 botellas. Hasta siete probamos nosotros hoy, desde Cataluña hasta Australia, pasando por un vino dulce griego - de Santorini - para quitar el hipo.
¡Ah, bueno! Y también hemos disfrutado de la maravillosa ciudad, que no todo va a ser comer...
Siempre interesantes tus comentarios, sobretodo cuando viajas por España, nos indicas lugares y sabores para experimentar, sobretodo para los que estamos fuera del país y te
ResponderEliminarseguimos por la Web.
Saludos desde Ginebra.
Alberto
Para mi dos palillos un ejemplo a seguir. Tecnica! Tecnica! y Tecnica!. Yo lo disfrute muchisimo. Un saludo.
ResponderEliminarDos Palillos es un auténtico alucine. Técnica, técnica y técnica, efectivamente, pero también producto, producto y producto. Dos horas y medio de deleite para todos los sentidos.
ResponderEliminarUn saludo, Alberto!