Restaurante Cumarú: estilo europeo para Nueva Costanera

El recién llegado a esa suerte de milla de oro gastronómica que es Nueva Costanera dará que hablar. Seguro. Recién llegado el restaurante, que no el chef: el belga Mathieu Michel, según he leído, es un clásico en Santiago. Fue saber que pasó por el Ópera y querer ir a visitar Cumarú.

El local es impactante. Tanto en el exterior como en las salas, el predominio de la amazónica madera de cumarú - que da nombre al restaurante - es absoluto. Junto con la luz que entra por las amplias cristaleras, le otorga una elegancia sobresaliente a la estancia. La terraza interior con una cubierta transparente promete buenas veladas veraniegas junto a una bien surtida barra. En el piso superior, además, hay un lounge preparado para cocina en vivo. En la web del arquitecto se puede ver una completa galería de fotos.

En lo gastronómico, la cocina del Cumarú es marcadamente europea, poniendo el estilo y la técnica al servicio de un producto chileno de gran calidad. Un buen matrimonio si se sabe llevar con acierto. Como íbamos un grupo, aprovechamos para probar varios de los entrantes, que marcaron el punto álgido del almuerzo.

Para empezar, ¡cuánto echaba de menos un buen plato de huevo! Ahí estaba, sobre unas espinacas, el huevo pochado, el aroma de la trufa, la cebolla caramelizada y unas sublimes láminas de lomo de wagyu apenas doradas coronando la composición. Lo mejor del día.

Logradísimo también el steak tartare, suave intensidad en la interpretación del chef. Y excelente el paté de faisán con galletas de almendra y salsa de Oporto. Unos entrantes, en conjunto, que pusieron el listón altísimo.

Todos nos decantamos por los pescados para el principal; por dos de las seis opciones, en realidad (hay otras tantas de carne). Yo elegí el congrio crocante, con pistacho, carpaccio de papas y un suavísimo puré de brécol, buen equilibrio para un pescado cuyo éxito depende en muy buena medida de las manos del cocinero. Me quedo, en cualquier caso, con el papillote de corvina a la parrilla con mermelada de tomate, menta y limón. Ambas preparaciones estaban muy bien de sabor, más presente el de la corvina, pero pasadas de punto para mi gusto gallego. De momento, en este apartado me sigo quedando con Emilio y Aquí está Coco.

Los postres rayaron a muy buen nivel. Para mí, el mejor fue la mousse de chocolate belga: sin más complicaciones pero muy bien conseguida. Me convenció también el Pain Perdu (una suerte de torrija) con chocolate caliente y helado de nutella. Y me dijo menos el Vlaamse Rijstpap, algo así como un arroz con leche en receta tradicional de Gante.

Cerramos con unos cafés igual que abrimos con los pisco sours de rigor. Únicamente tomamos, algunos, una copa de Sauvignon Blanc (Tabalí) para compañar. No obstante, la carta de vinos es amplia y con precios que me parecieron muy contenidos.

Al ser un grupo grande y no haber tomado vino, no podría dar un precio de referencia para una cena en pareja. Los entrantes se mueven entre los 5.000 y los 10.000 pesos (8-16 euros), los principales entre los 10.000 y 13.000 (16 y 22 euros) y los postres se sitúan en torno a los 4.000 (6,5 euros). Precios, en fin, acordes a la oferta de la zona.

Como conclusión, un local elegante y cálido, una cocina de muy buen nivel - con poco más de un mes de actividad, lo cual es digno de reseñar - y un servicio atento y eficaz. Creo que, en cuanto pase el frío invernal, alguna cena caerá en esa terraza...

[Cumarú / Nueva Costanera 4092 - Santiago / Ubicación]

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