Casa Botha (Casablanca): el sabor de lo sencillo

Al poco de sentarnos, David se acercó a la mesa por primera vez para ver qué tal estábamos. A ratos en un castellano con fuerte acento, a veces en inglés, la conversación fue transcurriendo intermitente a lo largo del almuerzo, agradable. Es, quizás, la seña de Casa Botha: un entorno acogedor, casi familiar, en el que disfrutar recetas clásicas, sin grandes sofisticaciones pero muy bien resueltas. Un lugar de los de antes, de los que cada vez quedan menos aunque deberían quedar más.

Las pizarras repartidas por la cálida sala (toda de madera, techos altos, la gran chimenea de hierro: qué bien se tiene que estar junto a ella en los fríos días de invierno; igual que en la terraza cuando el tiempo lo permita) anuncian las posibilidades para las entradas - ensaladas, ceviche, atún, chupe de jaiba, tablas - y para los platos de fondo - pasta, carne, cerdo, pescado, pato, con precios entre $7.900 y $8.900, salvo el último -. Muy representativo de la cocina del restaurante: oferta acotada, sencilla, y basada en los productos de la zona. El garzón es quien explica qué posibilidades hay en cada apartado en función de lo que el mercado y los proveedores de alrededor ofrezcan para el día.

En nuestro caso, abrimos con uno de nuestros favoritos, un tártaro de atún que requiere pocos calificativos: estaba tan bueno como sugiere la foto. La mujer de David, Carmen, es originaria del Véneto, lo que garantiza el toque italiano en la carta: la notable lasagna vegetal rebosaba de hortalizas al dente en su envoltorio de greda. El filete, tiernísimo, cobraba altura con la exquisita crema de champiñones que, más que acompañarlo, lo realzaba. Para cerrar, una tarta de queso que mantuvo el listón.

Mención aparte merece la oferta de vinos de Casa Botha. Se nota la afición de David por este apartado. La carta es, en realidad, una exposición de las botellas disponibles sobre la barra del bar. Una exposición de magnífico nivel, dicho sea de paso, con fuerte presencia - cómo no - de los vinos del valle de Casablanca y de la oferta de MOVI. Después de haber disfrutado del espléndido syrah de Tunquén Wines semanas atrás en el Macerado, en esta ocasión nos decantamos por su malbec. ¿Un malbec del valle de Casablanca, cultivado casi junto al mar? Puede soñar extraño, pero el resultado es excelente.

Pagamos por lo indicado más unos cafés algo más de 20.000 pesos por cabeza (32 euros).

En fin, Casa Botha es para quien quiera comer bien, muy bien, degustando sabores de la tradición chilena e italiana que se potencian por lo acogedor del lugar y de sus gentes.

[Casa Botha / Ruta 68 Km 63 - Casablanca / Ubicación]

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