El ritual del Retiro da Costiña (Santa Comba, A Coruña)

Un restaurante puede destacar por su cocina, por su innovación, por su decoración, por sus vistas, por su servicio, por ninguna o por varias de las anteriores. En la lejana Santa Comba, O Retiro da Costiña lo hace por casi todas las citadas, pero muy especialmente por el ritual asociado a lo que debe ser una visita como mandan los cánones al hogar de los hermanos García.

La primera etapa de ese ritual es el descenso a la moderna bodega, en cuyo centro, a modo de altar, una solitaria mesa espera para albergar la ofrenda en forma de anchoas del Canábrico preparadas en la propia casa y servidas en aceite atemperado. Rodeados por las modernas vitrinas en las que se exhibe, ordenadamente numerada, la poderosa selección de vinos del restaurante, damos cuenta del aperitivo ayudados por un Sameirás 1040.

Retornamos en el ascensor al acogedor comedor principal y pedimos el menú degustación, una propuesta de producto con las justas concesiones a la galería. Arrancamos con unas almejas presentadas como a mí me gustan: apenas abiertas y con un buen aceite. Luego, una muy notable vieira con pochas, una versión más de ese matrimonio otoñal en auge que conforman moluscos y legumbres. Completamos los entrantes con un pulpito a la brasa servido con níscalos y patata asada.

El abadejo, quizás no en el punto óptimo, se sirvió con una crema de patata con hilo de ajada que de tan buena robó el protagonismo al pescado. Y cerró el capítulo salado el plato que más me gustó de la tarde: una cachucha de porco celta prensada, judías tiernas y aceite de chorizo, u otra vuelta de tuerca a las posibles interpretaciones del cocido, en este caso muy acertada. El postre del menú era una crema de canela con helado de vainilla, pero pedimos de propina un tocinillo de cielo de chocolate blanco que sabía como se puede esperar de su nombre.

Como éramos ocho, pudimos disfrutar de variedad en el vino, aconsejados por el sumiller. Para los blancos, Pezas da Portela 2004 (qué os voy a contar que no haya dicho ya) y un curioso xarel.lo del Priorat, Macizo 2008. En el capítulo de tintos, Laurel 2007 - garnacha, c. sauvignon y syrah - también del Priorat y, para los más conservadores, Lan a mano 2005, que demostró que lo clásico no está reñido con lo bueno. Además, unas copitas de moscatel para el postre (no recuerdo cuál tomamos).

Y con esto llegamos a la etapa final de la liturgia: el salón de fumadores (y bebedores). El mayor halago que puedo hacer es que un anti-tabaco radical como yo se sintió a gusto en la catedral de la sobremesa, extasiado ante la visión de esa inmensa exhibición de destilados. A los gintonics de rigor - en mi caso, Blackwood's Vintage 60º con Fentimans - y el café gourmet, hubo quien añadió un buen puro, degustados todos en posición espatarre supino sobre los cómodos sofás que completan la estancia. ¡Lástima de cámara!

En fin, que acercarse - es un decir - al Retiro da Costiña es abrirse a una experiencia que se debe degustar con calma, sin prisa, completando las diferentes etapas y culminándolas con una sobremesa antológica que debe prolongarse hasta bien entrada la tarde. Los rituales están para cumplirse.

El menú degustación cuesta unos razonables 50 euros. El café y el gintonic suman unos diez-doce euros más. Y por los vinos, las anchoas y demás acompañamientos vinimos pagando aproximadamente treinta euros adicionales, para sumar unos noventa por cabeza. Además, escogimos la conveniente opción de contratar un transporte - furgoneta para ocho - que nos recogió y devolvió posteriormente a A Coruña: dicho transporte cuesta 120 euros, a quince por cabeza.

[O Retiro da Costiña / Av Santiago 12, Santa Comba (A Coruña) / 981.880244 / Ubicación]

Comentarios

  1. Siempre tuve la duda de cuanto valdría el transporte y esos 120 euros me parecen un precio muy razonable. En mis tres visitas (todas antes de la estrella) siempre comí muy bien, aunque echaba en falta ciertos detalles en el local y bodega que, imagino, habrán solucionado tras la concesión del premio. De hecho, creo que la reforma de la bodega es espectacular.

    De la comida recuerdo especialmente las almejas (con balsámico, en nuestro caso), la mamiña y un postre que llamaban el Millenium, basándosde en la forma del obelisco coruñés.

    Y aunque no soy muy amigo de los rituales de la casa (en los que te insisten de manera machacona) hay que reconocer que montar un negocio en Santa Comba, con todos los servicios de los que dispone A Constiña, tiene un mérito incalculable.

    Saludos.

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  2. O mellor que probei foi un lumbrigante confitado (creo lembrar que 24h a 60º) que anos despois ainda lembro con gosto !

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  3. Estuve en A Costiña cuando lo regentaba el padre.La primera vez muy bien , la segunda , a pesar de que había transcurrido un año ,ya no fue igual ,tal vez ya no había factor sorpresa y la tercera , de nuevo otro año transcurrido ,era ya un deja vu:mismo señor diciendo mismas cosas , misma bodega ,mismo discurso acerca de las anchoas , misma carta , misma tesis doctoral acerca de las variedades de aceite.Uff...no volvimos más.
    De todas formas como dice Syrah ,gram mérito montar negocio en Santa Comba , camino del fin del mundo en todo el sentido más literal y un pueblo que a dia de hoy su mayor mérito probablemente sea que ahí está El Retiro da Costiña.
    Aun así me gustaría probarlo ahora que está el hijo al frente , y eso sí ,vaya toque Blade Runner que le ha dado a la bodega.Mérito tiene sin lugar a dudas.Braintraining

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  4. Mola lo del "toque Blade Runner". Es tal cual: el txoko de 2019.

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  5. demasiada parafernalia, mucho rollo por parte de jesús, y a veces lo que quieres es comer tanquilo y a gusto.
    Lo que cobra está justificado, lo que pasa que ya lo hacia en el antiguo costiña, en donde cobraba burradas por comer una tortilla de patata y un trozo de carne.Todavía recuerdo esa imagen de las 4000 pts(d'aquela, que era dinero), por lo que nunca volví, y el nuevo solo lo conozco por referencias.
    Saludos

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  6. He ido dos veces, la última utilizando la "furgoneta". La comida está buena, pero ir a " A Costiña" no es ir a comer simplemente. Para mi fué una experiencia gastronómica distinta. Salimos a 150 € por cabeza, pero llegamos a las 14,00 h. y salimos casi a las 21,00 eso si, hay que ir a disfrutar y con gente a la que le guste comer y beber...y sin prisas por marchar. Digestivos, puros, jamón ibérico a media tarde, más vino...en fin, "un día é un día".

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