Verdadero sabor italiano en la Trattoria Mario (Florencia)

Mientras dibujaba un puntito azul en el plano de la ciudad, nada lejos de la Piazza del Duomo, Fabrizio - el atentísimo alma mater del Hotel Davanzati, del que ya os contaré - nos recomendaba no llegar más tarde de la una menos cuarto a la Trattoria Mario, si no queríamos unirnos a los que, diariamente, hacían cola para conseguir una mesa.

Así que le hicimos caso, y tras nuestra primera stendhaliana mañana en Florencia, poco después de las doce y media llegábamos a la pequeña puerta del número dos de la vía Rossina, junto a la plaza del Mercado Central [he creado un mapa en Google Maps para dejar señalado lo que vaya contando del viaje a Toscana, empezando por la ubicación de la Trattoria]. Los cientos de recortes de prensa amontonados en la puerta y en la ventana atestiguaban que ése era el sitio; el vocinglero abarrote que te golpeaba nada más entrar despejaba cualquier duda que pudiera quedar.

Todo vale para matar el tiempo mientras se espera una mesa

Pese a lo temprano de la hora, tuvimos que aguardar unos minutillos fuera hasta que quedó una mesa para nosotros: cuando entrábamos de nuevo, el grupo de pacientes hambrientos que quedaba en la calle, al sorprendente sol de febrero, era ya bastante respetable.

Bueno, lo de una mesa para nosotros no es muy afortunado. En el reducido espacio de la trattoria se apiñan muchas más de las que razonablemente caben, convirtiendo en toda una aventura llegar hasta la que te toca (aventura para el comensal: es admirable la capacidad de los camareros para volar con sus bandejas por donde no parece que pueda pasar nadie). Pero llegamos: nuestra microscópica mesa cuadrada, con mantel de plástico, taburetes... ¡y una pareja de japoneses!

Saturación al margen, la mesa estaba estratégicamente situada: justo enfrente de la cocina a la vista, en la que media docena de cocineros se afanaban de continuo; y justo en el centro del local, lo que nos permitió disfrutar del amalgama de personalidades que nos rodeaban: los obreros que trabajan por la zona; los ejecutivos de corbata habituales del local; el ruidoso grupo de turistas ingleses o estadounidenses; el extraño cuarteto galaico-japonés. Un placer.

En Mario no hay carta. O sí la hay, pero está colgada, escrita a mano, de la pared de azulejos blancos. Carnes - con la imponente bistecca alla fiorentina a la cabeza -, pasta y preparaciones típicas toscanas, como la ribollita o la trippa.

La carta de la Trattoria Mario

Así que a lo de la tierra nos fuimos: sendas ribollitas para empezar. Se trata de una sopa toscana, cuyos ingredientes principales son el pan y las habas, con diversas verduras a criterio del cocinero. La sopa es muy espesa, casi sin nada de líquido, por lo que resulta contundente pero verdaderamente rica. De segundos, tortelli di patate al ragú y coniglio (conejo) al forno, muy logrados ambos. Debo confesar que la comida tuvo el aliciente de contemplar la batalla entre el japonés y su trippa alla fiorentina, algo así como nuestros callos con parmesano y salsa de tomate, batalla que definitivamente ganó la trippa.

Pues eso fue todo. Como queríamos tomarnos un helado dando un paseo y luego sentarnos en un café de la Piazza de la Signoria, no tomamos postre. Así que pagamos en la barra nuestros platos y nuestras dos latas de birra Moretti: un total de 23 euros.

Ganamos como pudimos la puerta, esquivando las mesas y el frenesí de los camareros, todos tiffosi viola. Antes de salir, eché una mirada atrás para tener una última imagen del trajín. Fuera, en el cálido mediodía, eran multitud los que esperaban.

El ambiente de la Trattoria Mario

Comentarios

  1. Hola, Foucellas:

    Aunque ya nos conocemos permíteme que te diga que esta trattoria tiene una pinta "estupenda".
    FELICIDADES POR EL VIAJE

    Sigue asi con este blog sin ataduras en el que compartir conocimientos, aprendizaje y comentarios.

    je,je,je

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  2. Que bonita es Florencia... y Siena y toda esa zona de la Toscana. Pero para mi, tiene un especial encanto Capri, volví enamorada de ese lugar.
    Recuerdo una pizza que comí en el aeropuerto de Milan que llevaba por encima rodajas de patatas, que quedaban asadas o no se si las asaron antes :-) buenisimaaaaaaa (como buena gallega, me encantan las patatas jejeje)

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  3. Que maravilla de sitios, dan ganas de estar allí.
    Toda Italia es una maravilla, tanto la zona de los lagos al Norte, como Roma .
    Si tuviese que escoger, no sabría.
    Me parecen maravillosos tus comentarios.

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  4. Italia es maravillosa , ahora ,comer lo que se dice comer bien ....los gelatti , una ensalada con buenos productos mediterráneos y ya .Siempre que voy engordo ,queso ,salsas y la versión cocina de diseño no me convence y he ido a algún famoso restaurante florentino.Sí tengo interés en ver la cocina siciliana in situ ,¿puede ser más variada ?

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  5. A mi personalmente la comida italiana no me dice gran cosa. He estado varias veces en Italia y menos en una excelente trattoria en Venecia el resto de los sitios bastante vulgares. Y hablo después de haber comido en supuestos templos de la gastronomía italiana y probado muchos platos típicos. Comida rica pero no merecen los precios que pagué. Para mi gusto mucha fama inmerecida

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  6. Ya iré contando, pero quedé con muy buena impresión de los sitios más tradicionales a los que fuimos: la ribollita, la trippa alla fiorentina (algo así como callos con parmesano y tomate), la bistecca alla fiorentina, una pasta casera con trufas - era la época - que nos pusieron en Cortona...

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  7. si quieres conocerla gratronomia popular a un precio comedido y con producto de calidad este es el sitio perfecto en el corazon de la ciudad,AUTENTICO

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